viernes, 11 de abril de 2014

No habrá paz


Aunque claree el día afable
En las orillas de tu estima una vez más
Y sus colores vuelvan, la tormenta te ha cambiado:
Ya nunca podrás olvidarte
La oscuridad que ciñe el deseo, el vendaval
Que profetiza tu caída.

Deberás vivir con eso en tu conciencia.
Hay criaturas hacia atrás, más allá y afuera,
En noches sin luna, de las que no sabés,
Y que ciertamente saben de vos,
Seres de desconocidas formas y cantidades:
Y vos no les agradás.

¿Qué les has hecho a ellos?
¿Nada? Nada no es una respuesta:
Llegarás incluso a creer –¿cómo lo preverías?–
Que lo hiciste, que algo les hiciste;
Te encontrarás a vos mismo deseando poder hacerlos reír,
Desearías su camaradería.

No habrá nunca paz.
Luchá, entonces, con todo el coraje que haya en vos
Y arrimá todos los golpes bajos que conozcas,
Una sola y única cosa debés recordar:
Su causa, si han de tener una, no es nada para ellos ahora;
Odian por el hecho de odiar.

There will be no peace (W. H. Auden).
Traducido por Paulo Manterola.




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