viernes, 8 de agosto de 2014

a una mujer hecha de oro
































ella me dijo una vez
que ese primer día que salimos la pasó muy mal
y yo nunca se lo creí,
me olvidé,
pero ella
no.
y me dijo, después,
que me quería igual, mientras
caminábamos
y yo también,
le dije está bien, vamos a casa…
… y después
fuimos a casa.

y ella me dijo otra vez
que ese primer año que pasamos no daba para más
y yo nunca se lo creí,
me olvidé,
pero ella
no.
y me dijo, después,
que no esperaba que duremos dos
y eso
yo no lo olvidé
pero le dije está bien, vamos a casa…
… y después
fuimos a casa.

yo le dije que nunca había aprendido
a dormirme
y ella me dijo que también,
pero que la abrazara.
y la única vez que pude quedarme dormido
enroscado en su cintura,
estaba solo cuando desperté
y ella estaba en la sala,
con un libro de bolaño.
con lo que me gustaba
estar en la cama con ella, estar
nada más,
pero ella ya no se hallaba ahí, creo, al menos,
así lo presentí.
y hoy
ya no está.

ella decía a veces
muchas cosas que me lastimaban demasiado
para sentirse más segura
porque sí
aunque, tal vez,
también,
esas cosas que decía
querían decir solamente eso que decía
y eso
yo no lo olvidé
pero le decía está bien, vamos a casa…
… y ya no siempre
íbamos a casa.

ella me dijo otra vez
si yo alguna vez pensaba en cosas terribles
mientras me pellizcaba el brazo.
y le mentí.
ella tampoco, dijo
y mintió.
le pregunté, entonces,
si algo estaba mal entre los dos
y ella
me dijo que se quería ir
y yo le dije está bien, todo va a estar bien…
… y después
ya no fuimos a casa.

yo le dije que le tenía miedo a la muerte
y ella me dijo
que tenía miedo a que la vida
le pase por el costado.
y cuando la tuve por primera vez entre mis brazos,
esa noche, al cerrar los ojos,
ya no le tuve miedo a nada
más que a la muerte,
porque ahí no estaría ella.
porque sus ojos eran
los ojos enamorados más hermosos
que vi en mi vida,
pero estos no eran para mí, creo, al menos,
así lo presentí.
y hoy
tampoco son.

un tiempo después,
le dije que la extrañaba
y ella me dijo
que sí, un poco, también.
y nunca me dijo más nada,
y yo nunca quise preguntar.

estaba hecha de oro, ella
desde sus pestañas hasta su nombre,
su pelo, su sonrisa.
su cadera, sus manos, sus huesos.
pero ella
me decía que era yo
el que estaba hecho de oro, también,
y yo tampoco
se lo creí.

hoy,
entre cada una de mis articulaciones,
entre mis pensamientos,
todo eso es barro
y yo también.
y pienso,
una y otra vez
y se me cierra el pecho
y me siento velado,
y me acuesto, me levanto
y camino por las paredes
de una casa
que ya no se siente como casa.
pienso:
la verdad es que no tengo
mucho para decir
sobre nada.

La pintura se titula El beso, de Gustav Klimt.




Soneto XXXVI

traducciones libres y despreocupadas


Este es el comienzo, con suerte, de una serie de traducciones que no intentan reproducir con fidelidad las palabras de William Shakespeare, si no el ánimo y el vuelo de su retórica, el ritmo, la musicalidad de su lenguaje poético. A fin de evitar ofender a nadie, considero esto menos una traducción que una interpretación de su obra.


Dejame confesarte que ambos somos
diferentes en nuestras diferencias,
aunque es uno el mero amor que nos hemos de profesar:
Así es que estas mugres de tinta que me pueblan,
sin favores de tu parte, 
debo proscribirlas en soledad.

Este nuestro amor a la mitad partido
es uno solo en sentimiento,
aunque a nuestras vidas las separa un abismo de desdén;
el cual, pese a que no soslaya la pasión
y su inigualable efecto,
arrebata tiernas horas de placer.

Tal vez, mejor, mis ojos ya no más te inquieran
para que mi contrita culpa no te avergüence,
ni debas corresponderme amable, guardando las apariencias,

sin que esto tu nombre melle:
¡No lo hagas! Te amo de forma tan lozana
que, si fueras mía,
mía sería 
también tu fama.




Para N.

a la mujer perforada,
a la niña
que se siente lejana
quiero regalarle 
unas palabras;
no como abismos, sino 
como posibilidades
entre los espacios en blanco
que estas trazan.
no quiero darle
guerras como rosas
ni rosas que desfloran
en soledades.
quiero darle mis extremidades,
como sogas,
una sonrisa sincera,
con una frambuesa 
de corazón.
una mirada transparente,
un futuro de nieve,
un pasado de ceniza.
quiero regalarle 
este gesto,
esta caricia
que estos signos enredan, 
a la loba,
a la niña,
para convencerla
de que los cuerpos no sobran,
nada más 
se transforman.

















La pintura pertenece a Gustav Klimt. 
Esta se titula The beethoven frieze: the longing for happiness finds repose in poetry.


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Todos lo saben ya

Everybody knows, de Leonard Cohen


Traducción: Paulo Manterola.


Todos lo saben que los dados están cargados,
pero esperan su turno, cruzando los dedos.
Todos lo saben que la guerra ha terminado;
y también lo saben, los buenos perdieron.
Todos lo saben que la pelea estaba hablada:
los pobres mueren pobres; los ricos, en sus casas.
Y así es como se da…
… todos lo saben ya.

Todos lo saben que el barco está zozobrando,
todos lo saben que el capitán mintió;
todos parecen tener esa sensación de espanto
como cuando su padre o su perro murió.
Y todos presumen sus riquezas y dones,
pero lo que quieren es una caja de bombones 
y una rosa en el ojal… 
… todos lo saben ya.

Todos lo saben que me amás bien, mujer,
todos saben que esa es la verdad;
todos lo saben que has sabido ser fiel,
excepto una o dos noches, quizás.
Y todos saben que has sido discreta,
pero fueron tantos los hombres que andaban cerca
cuando querías jugar…
… todos lo saben ya.

Todos lo saben que es ahora el momento,
todos saben que sos vos o soy yo;
Todos lo saben que serás por siempre eterno
después de hacer una línea o dos.
Todos lo saben que esto fue un engaño,
ese negro sigue cosechando el algodón para los lazos
que te van a adornar…
… todos lo saben ya.

Todos lo saben que se acerca el fin del mundo,
todos lo saben que se acerca rápido;
todos lo saben que el hombre y la mujer desnudos
son una maravillosa ficción del pasado.
Todos lo saben que la escena acabó,
pero al pie de tu cama pondrán un sensor
que finalmente revelará…
… lo que todos saben ya.

Todos lo saben que estás en problemas,
todos saben bien lo que pasaste:
desde la Cruz bañada en sangre y todas tus penas
hasta esa playa privada.
Y todos lo saben que vamos hacia la nada,
pero este Sagrado Corazón 
te pide una última mirada
antes de explotar…
… y todos 
lo saben ya.