te soñé,
antes de conocerte,
vestida de nieve
y ramas de árboles como venas,
buscando abrazar tu carne
acariciando la idea
de descubrir
qué hay debajo de tus huesos.
y sos mejor
–los ángeles se desbandan
y esconden sus alas–
en este tiempo y lugar
en que puedo mirarte y sentirte,
tenerte cerca.
Estás hecha del polvo de
cada una de las estrellas que iluminan este universo.
Y quiero beber esa luz,
transformarla en un estallido de colores imposibles,
sentirte infinita por unos instantes,
ver aflorar en tu piel
ese éxtasis de lo inabarcable.
Y abandonarme de a poco
–hundirme en tu pelo–
al letargo,
al rumor calmo de
tu respiración
junto a la mía.
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