domingo, 23 de noviembre de 2014

A mil besos de profundidad

A thousand kisses deep, de Leonard Cohen


Traducción: Paulo Manterola.


Esta es una selección de algunas estrofas de un poema que Leonard Cohen ha trabajado durante largo tiempo. Hasta el día de hoy, aún lo considera incompleto, y continúa dedicándose a este y agregándole estrofas. Muchas versiones hay de este poema, cada una con su propia selección de versos. Esta versión es la que he elegido yo para traducir.

Te me acercaste esta mañana y
me trataste como carne. Tendrías
que ser hombre para saber
lo hermosa, lo dulce que es esa caricia...
... mi alma gemela, mi compañera:
te reconocería en mi soñar.
Y quién más que vos podría arrastrarme
a mil besos de profundidad.

No importa si el camino es largo
y se empine cada vez que echamos a andar;
o si la luna desaparece y todo a nuestro
alrededor se torna oscuridad.
No importa si nos perdemos el rastro,
está escrito que nos volveremos a encontrar.
Al menos, eso escuché que decías
a mil besos de profundidad.

El otoño se abrió paso en tu piel;
ese algo en mis ojos, ese brillo al que
no le importa estar vivo,
y tampoco perecer.
Pero te ves bien, realmente bien:
todos adoran verte pasar.
Si estuvieras acá, me arrodillaría ante vos,
a mil besos de profundidad.

(Y tu aroma me penetra
hasta cuando te pienso,
y tu recuerdo, intacto, no me permite pensar
más que en lo que olvidamos haber hecho
a mil besos de profundidad).

Los caballos corren, las chicas son jóvenes;
las oportunidades están ahí, dadas.
Ganás un rato y te retirás, con un
pequeño triunfo y tu racha intacta.
Y, aun así, tu derrota no se
puede disfrazar,
y vivís tu vida como si fuera real
a mil besos de profundidad.

Sé que tuviste que mentirme, que
me has tenido que engañar;
pero estos juegos ya no nos dejan ver
la virtud que hay en decepcionar.
Esa verdad está rota; esa belleza, derrochada;
ese estilo ha de pasar,
desde que el Espíritu Santo se entregó
a mil besos de profundidad.

Si te amé cuando te abriste
como un lirio al estío;
lo sabés, soy un muñeco de nieve,
inmóvil ante la lluvia y el frío.
Ese que te amó con su amor de hielo
y un físico a medio desgastar,
con todo lo que es y todo lo que fue,
a mil besos de profundidad.

Pero ya no tenés que escucharme ahora,
ni meditar cada una de mis
palabras al hablar;
De todos modos, jugaría en mi contra...
... a mil besos de profundidad.



















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