jueves, 21 de agosto de 2014

Dicen que en este lugar...



"Si estás dispuesto a montar la escena; no es de William Blake. Si estás dispuesta a devorar estrellas que sacien tu sed". 
- El camino del exceso, Enrique Bunbury.


Dicen que en este lugar
habitó el hombre alguna vez,
que cayó de la rama donde reposaba,
tiró abajo todos los árboles
y construyó estructuras
para volver a trepar,
y luego hizo caminos para sus pies domesticados
que condujeran a lugares
donde pudiera mitigar su ira, sus vicios,
y dejar afuera sus buenas costumbres aprendidas.
Dicen que, en un momento, miró a las estrellas
y, en ese instante de silencio, contempló la eternidad
y se sintió solo y perdido.
Y como nunca pudo conquistarlas
ni conquistarse a sí mismo,
se arrojó a la conquista de otros
más pequeños,
impotentes.

Fundó sociedades,
civilizaciones,
estratos y jerarquías,
tendencias,
elitismo.
Inventó la historia,
una historia,
para saber a quién someter y a quién someterse.
Es importante.

Dicen que en este lugar habitó el hombre alguna vez,
que pervirtió la naturaleza
y corrompió sus leyes,
que cultivó la tierra, hasta secarla
y aprendió a comer sin manchar sus manos de sangre
más que con la de sus enemigos.
Inventó deidades,
leyendas,
fantasmas
que acabaron persiguiéndolo hasta la locura.
Y les ofreció rituales
y las cabezas de sus pares
para iluminar
con sus ojos muertos
el camino hacia una más placentera nada.
Y luego las propias leyes
de sus dioses imaginarios
lo traicionaron
y los caminos a sus pies se fueron borrando
y la desesperación…
… es la madre de la invención…

Dicen que inventó formidables teorías
para justificar sus atrocidades,
sus omisiones,
su ego, sus pobres voluntades,
pero se dio cuenta,
un día cualquiera,
que estaba hecho de deseo,
y se lo ocultó a sí mismo
porque la comedia era buena
aunque aburría,
y este necesitaba una naturaleza trágica,
demoler laberintos.
De modo que inventó mecanismos,
aparatos, dispositivos,
disfraces,
que lo acercaran a esa ansiedad,
a esa angustia
para luego construir otros que lo liberaran
de la culpa.

Y, antes que todo eso,
debió inventar la palabra y después el pensamiento
y los juegos de poder,
y las intrigas.
Y así pues,
dicen que en este lugar habitó el hombre alguna vez
y es bueno que así ya no sea.
Y si acaso volviera a aparecer,
mejor sería
que nunca baje de su rama.




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