traducciones libres y despreocupadas
Este es el comienzo, con suerte, de una serie de traducciones que no intentan reproducir con fidelidad las palabras de William Shakespeare, si no el ánimo y el vuelo de su retórica, el ritmo, la musicalidad de su lenguaje poético. A fin de evitar ofender a nadie, considero esto menos una traducción que una interpretación de su obra.
Dejame confesarte que ambos somos
diferentes en nuestras diferencias,
aunque es uno el mero amor que nos hemos de profesar:
Así es que estas mugres de tinta que me pueblan,
sin favores de tu parte,
debo proscribirlas en soledad.
Este nuestro amor a la mitad partido
es uno solo en sentimiento,
aunque a nuestras vidas las separa un abismo de desdén;
el cual, pese a que no soslaya la pasión
y su inigualable efecto,
arrebata tiernas horas de placer.
Tal vez, mejor, mis ojos ya no más te inquieran
para que mi contrita culpa no te avergüence,
ni debas corresponderme amable, guardando las apariencias,
sin que esto tu nombre melle:
¡No lo hagas! Te amo de forma tan lozana
que, si fueras mía,
mía sería
también tu fama.
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